Rafael Escribano Molina, un joyero de prestigio en Córdoba, tenía como distracción el fútbol, primero el Córdoba, al que seguía como un verdadero forofo, del que era socio desde hace muchos años y del que llegó a ser directivo junto a Rafael Campanero, y luego tenia pasión por el fútbol formativo, llegando a crear el Zoco CF, en la barriada del Naranjo, que empezando desde la base llegó a meterlo en la categoría de Liga Nacional de Juveniles, una temporada en la zona de levante y centro donde militaban grandes equipos como Elche, Yeclano, Dos Bosco de Valencia, Rayo, Carabanchel y R. Madrid entre otros, ya que entonces no había División de Honor y la máxima categoría juvenil era esa, y otra en la de Extremadura y Andalucía.
De este equipo salieron jugadores como Toni Muñoz, que tras el Córdoba militó en el Atco de Madrid y llegó a ser internacional, Valentín, que lució la camiseta balnquiverde en el Córdoba y Verdiblanca en el Betis, Peque, Luís Martínez, entre otros.
Rafael Escribano se rodeó de un grupo de personas que amaban los colores del Zoco, pero que además fomentaban la deportividad y el hermanamiento entre los componentes del club, como lo demuestran en la actualidad formando una gran familia, volcados todos con su presidente como si fuera el padre deportivo de todos.
El funeral que se celebró en la Parroquia de San Nicolás fue solemne, emotivo y respetuoso, como se merecía.