Historia del Club
1920-1956 De los orígenes del fútbol en la ciudad a la fundación del Córdoba c.f. y el primer ascenso a Segunda
A lo largo de los años veinte, existían dos clubes en Córdoba capital, el Sporting de Córdoba (jugaba en los jardines de Duque de Rivas) y el Sociedad Deportiva Electromecánicas (actuaba como local en un campo anejo a la fábrica que le daba nombre). Ambos mantenían una fuerte rivalidad hasta que a principios de los años treinta se fusionaran y crearan el Racing de Córdoba. Este nuevo club jugó en Regional Andaluza y en Tercera División, y en 1935 tocó su techo al alcanzar la Segunda División. En la temporada 1939-40, la primera tras la cruenta guerra civil, en el Campeonato Regional Andaluz, el Racing terminó quinto, siendo los campeones el Betis y el Sevilla. El primer coliseo futbolístico existente en la ciudad, donde jugaba el Racing, fue el Stadium América, situado cerca de la antigua plaza de toros de Los Tejares.
A inicios de los años 40, se fundó el Club Deportivo Córdoba, que junto al San Álvaro, serían el germen del Córdoba Club de Fútbol en 1954. En la temporada 53-54, dichos dos clubes cordobeses militaban en Tercera División: el Club Deportivo San Álvaro acababa de ascender de Regional y el Real Club Deportivo Córdoba de descender de Segunda División. La coincidencia en la misma categoría de ambos clubes, animó las tertulias futbolísticas, sobre todo la de la calle de la Plata donde se ubicaba la sede social del equipo blanquiverde.
Desde el caluroso verano del 54 (concretamente el 6 de agosto de ese año) un nuevo club comenzó su vida deportiva, el Córdoba Club de Fútbol. El proceso de unión del CD San Álvaro y el Real CD Córdoba, tuvo lugar mediante la adquisición de los derechos federativos del club decano de la capital, tras una serie de contratiempos económicos y deportivos del Deportivo.
El primer Presidente del recién fundado Córdoba CF fue Enrique Puga, más tarde delegado provincial de la Federación Andaluza de Fútbol. Se designó como entrenador al malagueño Arcadio Martínez, que había destacado al frente de varias plantillas de clubes andaluces. Éste trajo a varios jugadores de Málaga, como el portero Milanés, el centrocampista Botana y los delanteros Espinoso y Martínez-Invernón. A estos se unieron jugadores cordobeses del CD San Alvaro como Manolín Jiménez, Mariscal, Joaquín, José María… La plantilla se compuso de 19 jugadores.
La temporada 54-55 se dividió en dos fases de competición: en la primera el nuevo Córdoba CF finalizó cuarto, lo que le obligó a jugar la fase de permanencia donde alcanzó el séptimo puesto, con siete victorias.
La temporada 1955-56 fue todo un éxito bajo la presidencia de Alfonso Cruz Conde. Se puso en marcha la «Operación 10.000 socios «, a la que respondió fenomenalmente la ciudad y se cumplieron los objetivos marcados. Con una directiva de prestigio, con un joven entrenador como Juncosa que debutaba en fútbol profesional y unos fichajes acertados, al fin el Córdoba pudo alcanzar la segunda categoría del fútbol español.
Como entrenador se contrató al catalán Pepe Juncosa, que había destacado como delantero en el RCD Español y At.Madrid, siendo conocido por sus veloces internadas como «la flecha de Borjas Blancas».
Al final de la competición, el Córdoba finalizó en primer lugar con 96 goles marcados (53 en la 1ª fase y 43 en la promoción) y 29 encajados. La confirmación del ascenso, la primera vez que el Córdoba CF fue de Segunda, llegó tras -curiosamente- una derrota en Almería 2-0. Era el 22 de abril de 1956.
La alineación base de esa triunfal temporada fue la formada por: Sánchez-Rojas; Navarro, José Luis, Alfaro; Luisito, Mújica; Gelo, Quintín, Araujo, Hermida y Fustero. El máximo goleador fue Uribarren con 29 goles y eso que solo jugó en 3 envites de la fase de promoción (frente al Iliturgi y Bastetano, logró batir por 4 ocasiones a cada portero rival).
1956-1962 La evolución hasta llegar a Primera
La temporada 56-57 fue mucho más placentera de lo que en un principio se imaginó en la entidad. Y mucho más sorprendente resulta tan buen rendimiento si se tiene en cuenta que el conjunto blanquiverde sufrió la marcha de su presidente, Pablo Cañete, que dimitió de su puesto para que lo ocupara el vicepresidente José Barrena Rodríguez.
El ocho de diciembre de ese año 1956 se sumó a la junta directiva don Rafael Campanero Guzmán, que hasta ese momento se dedicaba a seleccionar jugadores juveniles para el equipo.
Después de un verano de amistosos variados (entre ellos un partido homenaje a Matías Prats ante un Villa del Río reforzado) por fin el Córdoba se estrena en el campeonato ante el Eldense a domicilio. La goleada sufrida (4-0) será vengada convenientemente en el encuentro de la segunda vuelta (8-1).
Fue aquel un año espectacular en lo que a registro anotador se refiere. Los blanquiverdes anotaron 96 tantos en 38 encuentros. A dos goles y medio por partido. Más que ninguno de los otros diecinueve equipos (aparte de los ocho que le metieron al Eldense, nueve le metieron al España de Algeciras, siete al Tenerife, seis al Levante…).
De entre un elenco de buenísimos atacantes destacó sobremanera el veterano Araujo, que coló 27 dianas.
No es de extrañar que los de Juncosa -uno de los mejores entrenadores de la historia del Córdoba- acabaran a un paso de dar el salto a primera. Concluyeron el campeonato cuartos, con 43 puntos, los mismos que el Murcia (tercero), a dos del Hércules (segundo) y a cuatro del Granada (campeón del grupo).
La trayectoria de aquel grupo fue de menos a más. Comenzó la temporada de forma dubitativa, pero su gran rendimiento como local (en El Arcángel no perdió ni un partido) le hizo ir progresando en la clasificación hasta ese cuarto puesto final.
En esa campaña convivieron en segunda los blanquiverdes con otro equipo de la provincia de córdoba, el Puente Genil. Fue la única vez en la historia que eso sucedió. En el primero de los derbis vencieron los pontaneses 1-0 y en el segundo, en Córdoba, ganaron los blanquiverdes 2-0.
La alineación base de aquella temporada era la formada por Sánchez rojas en la portería; navarro, José Luis y Alfaro en la defensa; Trujillo y Luisito en el centro del campo y Espina, Méndez, Araujo, Paz y Toñín en ataque.
Como curiosidad de esa 56-57, el Real Madrid campeón de Europa visitó Córdoba el 8 de diciembre y el conjunto de juncosa le plantó cara. Perdieron únicamente 4-5. También fue la primera vez que al Córdoba le sancionaron por lanzamiento de objetos al campo. La federación prohibió el 10 de enero -a consecuencia de lo sucedido en un duelo ante el Castellón- que durante dos partidos se vendieran almohadillas en el arcángel.
Almohadillas y una tila hubiera necesitado el mítico Luisito, quien el 16 de diciembre, durante un duelo ante el San Fernando, no asumió demasiado bien las críticas de su estadio por su juego y decidió responder a la grada dejando al aire su trasero. Menos mal que su equipo ganó 4-1.
Ese mismo año se creó una sección efímera, la del Córdoba de balonmano, cuyo masajista era el mítico Litri -ahora encargado del museo e institución en la entidad-.
La campaña 57-58 no fue tan agradable. Si movida había sido -en lo que a despachos se refiere- la anterior, ésta no le iba a ir a la zaga. José Barrena, José Luis Fernández de Castillejo y Alfonso Cruz Conde se sucedieron en la presidencia mientras que Juncosa, Roque Olsen (que era entrenador-jugador) y Diego Lozano Rodríguez fueron los inquilinos del banquillo.
Se registraron denuncias de soborno, la directiva tuvo que poner orden en el vestuario… un sin Dios que no se vio del todo reflejado en la clasificación final. El Córdoba quedó noveno, pero las pasó canutas para no descender hasta casi el final de su calendario.
La alineación base aquella campaña era la formada por Sánchez rojas o Vicente en la portería; Navarro, Ortolá y Alfaro en defensa; Buendía y Artime en el centro del campo y Espina, Olsen, Torres, Méndez y Domingo en ataque.
Cayó un registro histórico. El 30 de marzo de 1958, casi tres años después, el equipo blanquiverde volvía a perder en casa. Ante el Real Betis (0-2). El primer traspié como local en Segunda. Fue el partido que se miró con lupa por la federación andaluza de fútbol al sospecharse que hubo un tongo. Nunca se aclaró.
Por todo esto que estamos contando y por mucho más fue una campaña aciaga. Un partido ante el Murcia se tuvo que suspender por una epidemia de gripe.
Tal era la situación en el vestuario que el portero Juanito González confesó al diario Pueblo: «Me equivoqué con mi marcha al Córdoba. El ambiente allí era francamente insostenible. El público se metía con los refuerzos madrileños».
El comienzo de los sesenta resultó singularmente histórico. Único. Incomparable. La 60-61 supuso el retorno de Alfonso Cruz-Conde a los despachos como presidente, aunque apenas duró hasta el diez de marzo, cuando fue suplido por José Salinas González, padre de quien también fuera luego presidente del club José Miguel Salinas. Tampoco terminó la temporada el técnico que la comenzó, Álvaro Pérez, a quien reemplazó -también a mediados de marzo- Roque Olsen, que ya por fin había conseguido aprobar su examen a entrenador nacional.
Esa 60-61 tampoco fue especialmente brillante, pero sentó las bases del éxito que llegó en la siguiente. En liga el conjunto blanquiverde osciló en la zona templada de la clasificación durante todo el campeonato, aunque en los últimos meses una buena racha le hiciera soñar con otras cotas. En copa, después de eliminar al San Sebastián, el sorteo deparó que tenían que medirse al Racing. Los de Olsen ganaron 3-0 en Córdoba y perdieron 4-1 en Santander. Como pasó dos campañas antes en aquella promoción de ascenso ante la real, se tuvo que recurrir a un encuentro de desempate en el Bernabéu. Ya se sabía de antemano que el ganador tendría el honor de cruzarse en la siguiente fase con el Real Madrid, pero una vez más la suerte fue esquiva y después de una prórroga intensísima la balanza cayó del lado de los cántabros (2-1).
El once tipo de aquella 60-61 era el formado por Benegas en la portería; Simonet, Martínez, Oliva y Navarro en defensa; Costa y Artime en el centro del campo y Homar, Juanín, Vila, Paz y Fuentes en ataque.
Ese año el Atlético Cordobés dejó de ser filial cordobesista, aunque siguió teniendo una estrecha relación con la casa blanquiverde en lo que se refiere a compra de derechos de futbolistas.
A finales de agosto llegó el internacional marroquí Mohamed Selam Riaji, que luego marcaría una época en el club. Tres meses le costó al jugador de Larache obtener los papeles y, en consecuencia, la ficha para formar parte del córdoba y tuvo que mediar para ello Cruz Conde con el mismísimo presidente de la federación española.
A Ricardo Costa, el 20 de octubre, le sancionaron con 24 partidos de sanción por ser reincidente al lesionar a un contrario, aunque luego se la rebajaron a doce.
En esa temporada 60-61 se estableció un nuevo record. El Córdoba disputó el partido más largo de su historia. Comenzó un sábado y terminó un domingo a mediodía. Era el 24 de septiembre y El Arcángel debía acoger un duelo ante el San Fernando. Como coincidía la fecha con una corrida en la plaza de Los Califas la directiva decidió que el encuentro se disputara a las once de la noche. Ganaba el córdoba 3-0 y a falta de quince minutos para el final se fue la luz, así que el árbitro, un aragonés llamado Vera, decidió que el choque -como si fuera un partido de tenis- siguiera al día siguiente. Así se hizo y el resultado no se movió.
Así llegamos a la inolvidable 61-62. Un ejercicio inolvidable para todo aficionado a esta entidad. El córdoba logró por vez primera en su historia ascender a la élite y lo hizo de una manera brillante. Roque Olsen dispuso una plantilla llena de forasteros -únicamente Bernardo Palacios aparecía de manera aislada en las convocatorias- que acabó siendo recitada de carrerilla por los aficionados.
El presidente, José Salinas, contó con una junta corta y operativa que colaboró con una gestión brillante al tremendo éxito.
Ya desde el inicio del verano las sensaciones eran buenísimas. Tanto que Olsen comentó en una entrevista al Diario Córdoba que «tengo fe en mi trabajo y espero recibir resultado a mi ilusión. Hay capacidad y calidad para abordar la lucha por el ascenso».
Así fue. Porque el córdoba se colocó ya en la cuarta jornada líder después de golear 5-0 al Cartagena y a partir de la novena no perdió ese cetro en ningún momento. Su gran rival en la lucha por subir fue el Málaga, que tenía un equipo potentísimo. El mano a mano no se decidió hasta la última jornada, porque aunque los de Olsen tenían dos puntos de ventaja sobre los albiazules, el golaverage les era adverso, por lo que era imprescindible sumar al menos un punto en ese postrero encuentro en Huelva ante el Recreativo.
Conscientes del momento histórico que vivía su club de fútbol, Córdoba se volcó para ese primero de abril del 62. Tal era la demanda de localidades y de plazas para acompañar a los blanquiverdes que aunque se pensó en un tren, Renfe tuvo que destinar tres para la marea de seguidores ansiosos por estar presentes en el feudo Colombino. También fueron muchos los que optaron por ir en autocar o coches, y para alegrar el ambiente, las célebres bodegas campos colocaron un barril de vino en un arcén de la carretera (es de imaginar que nada más que para los acompañantes).
Aquel histórico envite del uno de abril fue más plácido de lo previsto. Su gran protagonista fue Miralles, que coló tres de los cuatro goles. El otro lo anotó Homar. El campo onubense -lleno como nunca antes en su historia según las crónicas- se rindió al gran juego visitante. Según la crónica de Zitro para el diario Córdoba «el éxito fue rotundo, apoteósico, nuestro equipo representativo, en una de sus más brillantes actuaciones, saldó la deuda que tenía contraída con su perseverante hinchada. En Huelva, donde el fútbol español dio los primeros pasos, recibió el Córdoba su alternativa».
La fiesta se prolongó durante días. El mismo uno de abril las caravanas de coches acompañando al equipo en su vuelta desde Huelva llegaban hasta la villa de La Carlota. Por decenas de miles se contaban los cordobeses que jalearon la gesta por las calles mientras los futbolistas eran recibidos por el alcalde Cruz Conde, el presidente de la Diputación Cabello de Alba y el gobernador civil Mateu de Ros. Fue precisamente este último quien entregó al presidente Salinas la copa de campeón de Segunda, que le ganaron al Deportivo de La Coruña en un partido meramente simbólico 4-0
La alineación base de aquella temporada permanece indeleble en la memoria de los buenos aficionados cordobesistas casi cincuenta años después. El once lo formaban: Benegas en la portería; Simonet, Martínez Oliva y Navarro en defensa; Martínez y Costa en el centro del campo y Riaji, Juanín, Miralles, Paz y Homar en el ataque.
1962-1970 Los años de gloria
1962 supuso el comienzo de su época dorada. De ocho años prácticamente ininterrumpidos en los que El Arcángel se sintió feudo de primera por derecho propio. Allí fueron tuteados los grandes, porque si por algo se caracterizó aquel gran Córdoba fue por su fútbol lejos de complejos.
La primera de esas temporadas, la 62-63 fue muy digna. El coliseo ribereño vio ampliado su aforo hasta los diecinueve mil espectadores. Un campo que, por cierto, se inundó en febrero de ese año antes de la disputa de un partido ante el Zaragoza.
El presidente del club era José Salinas y el entrenador seguía siendo el gran Roque Olsen (dejó su puesto al acabar la temporada). 9.841 personas formaban el capital social de la entidad y el once tipo de aquella campaña era el formado por Benegas en la portería; Simonet, Mingorance y Navarro en defensa; Martínez y Costa en el centro del campo y Vázquez, Juanín, Miralles, Paz y Homar en ataque.
El primer encuentro en la élite se saldó con triunfo 1-0 al Valladolid. Juanín fue el autor del primer gol blanquiverde en Primera.
Esa campaña el defensor Mingorance se convirtió en el primer jugador del Córdoba en defender a la selección española. Fue en un encuentro en el Bernabéu ante Escocia. No tuvo mucha suerte porque la roja perdió 2-6 y él fue cambiado al descanso.
De las anécdotas de la temporada, destaca sobremanera el proyecto de gira americana que Luis Guijarro preparó para el Córdoba en mayo. Hubieran ido a Detroit, Chicago, Nueva York y Los Ángeles, pero finalmente el proyecto se truncó (había otra alternativa para haber viajado a Italia a jugar contra el Milán). Optaron por una opción más modesta: un doble amistoso contra el Levante.
Finalmente los blanquiverdes acabaron en el duodécimo puesto y en copa eliminaron al Cádiz en dieciseisavos, pero claudicaron ante el Atlético en octavos.
Muy duro fue el final de la 63-64. Por encima de lo deportivo, el accidente de un autobús de línea el 26 de abril del 64 tiñó de luto el año y la década. Era la última jornada y la ciudad se había volcado para apoyar a su equipo en el decisivo partido para salvar la categoría ante el Levante. Casi todos los aficionados estaban ya dentro del campo. Faltaba un último transporte público de Aucorsa, el señalado con la matrícula MA-21929. Éste se detuvo en la Cruz del Rastro para que se apeara una mujer. Quedaban dentro once pasajeros, el cobrador y el conductor. Cuando éste último trato de enderezar el rumbo del vehículo la dirección no le respondió y tomó el pretil del río hasta caer en las aguas del Guadalquivir. Únicamente salvaron la vida el cobrador y un viajero. Nueve cordobeses y dos cordobesas perecieron.
La noticia, lógicamente, causó un gran revuelo en el estadio. Se abrieron las puertas de El arcángel mientras la megafonía avisaba a los familiares presentes. a los funerales por las víctimas asistió el mismísimo Príncipe Juan Carlos (fue su primer viaje a Córdoba).
Aquel funesto encuentro acabó 4-0 para los blanquiverdes, que salvaron la categoría de una manera más gris que otra cosa. En el puesto once. En copa, tras eliminar al Langreo, el Barcelona fue demasiado rival en octavos.
La alineación tipo de esa 63-64 era la formada por Benegas en la portería; Simonet, Mingorance y López en defensa; Tejada y Costa en el centro del campo y Vázquez, Juanín, Miralles, Lapetra y Cabrera en ataque. Todos dirigidos por el canario Rosendo Hernández, un hombre de carácter que reconoció que «temperamental sí que soy y me gusta que mis jugadores tengan el carácter que tenía yo en el campo».
Por último, una circunstancia muy difícil de ver hoy en día. El Córdoba fichó un prometedor interior del Caudal de Mieres llamado Roberto, al que le entregaron un dinero a cuenta. El futbolista no acudió a su presentación, alegando que se había dado cuenta de que no tenía suficiente calidad todavía para jugar en Primera división y que prefería que le observaran en el caudal o en otro equipo durante ese año. El futbolista, además, devolvió 50.000 de las 80.000 pesetas que el Córdoba le dio a cuenta.
En 1964 el córdoba iba a protagonizar la mejor campaña de su historia. En aquel equipo que entrenaba Ignacio Eizaguirre coincidieron varios jugadores en su nivel futbolístico óptimo, una afición y un estadio que se creyeron desde el principio indestructibles con un presidente, José Salinas, que tuvo paciencia y mano izquierda.
Gracias a todos estos factores, el conjunto blanquiverde acabó quinto en primera división. Únicamente por detrás de Real Madrid, Atlético, Zaragoza y Valencia y por encima de Barcelona, Athletic, Sevilla, Español, Betis… todo salió rodado de inicio a fin. El 2-4 ante el Sevilla de la primera jornada situó a los cordobesistas segundos, y desde ese momento hasta el final merodearon casi siempre la zona media alta de la tabla.
La clave del éxito estuvo, como ya hemos comentado, en la fortaleza del conjunto de Eizaguirre como locales. En El arcángel apenas se escaparon tres puntos (empataron Atlético, Murcia y Las Palmas a cero) y apenas encajaron en su fortín dos goles (ante Español y Zaragoza) en sendos choques que acabaron con victoria cordobesista. Un registro que casi cincuenta años después sigue sin ser igualado en España.
En esa temporada se estrenó en la portería del córdoba un arquero que marcaría época en la liga española, Miguel Reina. Tan buen campeonato hicieron los cordobesistas que al finalizarlo dos de sus mejores jugadores-Tejada y Mingorance- acabaron firmando por Real Madrid y Español respectivamente. Singularmente interesante resultó para los medios de aquella época la disputa entre los merengues, el Atlético y el Barcelona. A los culés les pidieron en primera instancia seis millones de pesetas por el extremo, pero a lo más que se comprometieron a pagar fueron dos millones. Al final, la historia cuenta que Tejada acabó de blanco por poco más: 2.150.000 pesetas. Mingorance le costó al Español algo más: 2.750.000.
También dejó la entidad el técnico Eizaguirre, que recaló en el Sevilla, siendo suplido por el coruñés Eduardo Toba.
Por cierto, en Copa después de eliminar al Burgos los blanquiverdes cayeron ante el Valencia (2-1 en Mestalla y 0-0 en Córdoba).
Aquella histórica alineación, la que mejor ha rendido jamás vistiendo los colores de este club, era la formada por: Reina en la portería; Simonet, Mingorance y López en defensa; Martí y Ricardo Costa en el centro del campo y Luis Costa, Juanín, Miralles, Tejada y Cabrera en ataque.
La siguiente campaña no fue ni la mitad de buena que la anterior. Pesaron los múltiples cambios en la plantilla y el cuerpo técnico. Primero por los muchos futbolistas que se marcharon y segundo porque algunos de los fichajes no cuajaron como se esperaba. El presidente Salinas también dejó su puesto, que fue adoptado por el gerente Rafael Morón.
El once de esa 65-66 era el formado por Reina en la portería; Simonet, Violeta y López en defensa; Martí y Ricardo Costa en el centro del campo y Jara, Juanín, Riera, Martínez y Cabrera en ataque.
El joven portero Reina seguía rindiendo de una manera espectacular y, por eso, el Barcelona comenzó a pujar por sus servicios. Tres millones y medio ofreció, pero el Córdoba se negó a venderlo a pesar de sus siete millones de deuda. Al final, el meta acabó marchándose a la ciudad condal por ocho kilos.
Esa campaña se produjo el controvertido y singular fichaje de Alvarito. Se trataba de un futbolista asturiano que procedía del modesto Shelbourne irlandés. Duró poco. Después de las críticas exageradas de la afición de El arcángel tras el partido de presentación del equipo ante el FAR marroquí, se fue a la francesa. Desapareció dos meses sin despedirse de nadie hasta que ya mediado septiembre compareció para devolver las 50.000 pesetas que había pedido a cuenta.
Otra incorporación sorprendente fue la de José Ravelo que, aunque había nacido en Tenerife, era internacional por Venezuela. Allí era conocido como «Chelo», un nombre que tuvo que abandonar al venir a España por «poco varonil». Aquí fue Ravelo a secas.
Como en toda temporada movida, en el estadio también pasaron cosas. Lo más sórdido fue una plaga de moscas provocada por unos vaciaderos de basura en los anexos al campo. Para paliar el pestazo se ideó desde el club la «operación mosca», para sanear la zona.
En esa 65-66 acabó el conjunto blanquiverde en el puesto once de la máxima categoría y en copa del rey después de superar al Lleida cayeron ante el Zaragoza en octavos (0-2 y 4-1 perdieron en la ida y en la vuelta).
La campaña 66-67 fue la primera de Rafael Morón como presidente del conjunto cordobesista y quiso unir esfuerzos mediante lo que se conoció como «operación blanquiverde». Su desafío a la ciudad consiguió que se alcanzaran los 6.500 socios (2.400 más que la temporada anterior).
En lo deportivo, si en la 64-65 el Córdoba tocó su techo en liga, en esta 66-67 alcanzó su cota más alta en copa del rey. En dieciseisavos de final eliminó al Atlético Ceuta (remontó un 4-2 adverso a domicilio venciendo en El Arcángel 5-0). En octavos la víctima fue el Europa del barrio de Gracia barcelonés (1-1 en la ida y 4-0 en la vuelta). El duelo de cuartos exigió un encuentro de desempate en Madrid después de sendos 1-1 en la ida y la vuelta.
Así, el 18 de junio de 1967 el Córdoba disputó por vez primera (y última) en su historia unas semifinales de copa. El rival era el conjunto que más disfruta en esta competición, el Athletic club de Bilbao. En la ida, la actuación parcial de un árbitro valenciano llamado Birigay propició la victoria de los vascos 0-1 y que se produjeran graves incidentes al final del duelo. Con la eliminatoria casi resuelta, en San Mamés los rojiblancos volvieron a imponerse (2-0) y dejaron en un sueño el reto de la expedición cordobesista.
En liga, la 66-67 resultó discreta. acabó el Córdoba en el puesto doce a las órdenes de Marcel Domingo y con un once base formado por García; Simonet, Navarro y López; Martí y Costa; Luis Costa, Juanín, Riera, Alfonso y Jara.
La siguiente campaña, la 67-68, fue especialmente dramática para el Córdoba. Más allá de lo deportivo, el fallecimiento en accidente de tráfico de uno de los jugadores más emblemáticos de la entidad, Ricardo Costa afectó mucho a la institución.
La permanencia en la élite resultaba cada vez más complicada y, así, al finalizar la temporada en el puesto trece, los cordobesistas se vieron obligados a disputar la promoción ante el Calvo Sotelo de Puertollano. El 3-0 de la ida en El Arcángel dejó casi resuelta una eliminatoria que una semana después terminó con otra victoria blanquiverde (1-3).
A las órdenes de Marcel Domingo primero y de Argila después, el once base fue el formado por García; Simonet, Navarro y López; Martí y Rodri; Luis Costa, Juanín, Arana, Riera y Muñoz.
El Córdoba iba a deparar en la 68-69 el primer gran disgusto a su hinchada al descender por vez primera de categoría. Se alinearon para que esto se produjera varios factores determinantes: una plaga de lesiones a lo largo de toda la temporada, un plan de rejuvenecimiento que no dio los frutos esperados y cierta inestabilidad interna condujeron al desastre final.
El presidente aquel año fue otra vez Rafael Morón y por el banquillo desfilaron Fernando Argila, Juanito Vázquez (nada más que por un encuentro) y el mítico Kubala. El hispano-húngaro firmó por quinientas mil pesetas más otras cien mil si lograba el objetivo de la salvación.
Ese año Jaén y Crispi fueron preseleccionados para acudir con el equipo olímpico español a México y se sumó a filas al club blanquiverde el gran Francisco Calzado Ferrer -Litri- que, con los años se ha convertido en toda una institución en el conjunto del Arenal.
El bajo rendimiento de aquella plantilla provocó que la directiva tomase medidas como amonestaciones públicas, multas y hasta amenazas de despido que no llegaron a ninguna parte. Los mandatarios, eso sí, quisieron hacer excepciones como en el caso de Simonet, del que dijeron públicamente que «aún en las circunstancias más adversas pone el mayor entusiasmo y absoluta entrega de su servicio personal».
En Copa del Rey el paso del conjunto blanquiverde fue efímero. En la primera ronda que disputó, los dieciseisavos, cayó eliminado por el Valencia (2-0 en la ida en Mestalla que hizo estéril el 2-1 de la vuelta en Córdoba).
Llegamos a la 69-70. A principios de ese año deportivo iba a dejar la presidencia del córdoba Rafael Morón para que la ocupara Rafael Campanero, quien dijo en su investidura que «lo que en otros momentos hubiera sido un alto honor para mí es además en los actuales de crisis una indeclinable obligación».
El objetivo marcado desde el inicio de esa campaña era lógicamente el retorno a la élite y finalmente el equipo quedó cerca de lograrlo al acabar quinto y pensarse muy seriamente la Federación ampliar la primera división.
En el banquillo se sentó Ignacio Eizaguirre y lo hizo con buen pie inicialmente, puesto que ostentó el liderato su equipo durante las dos primeras semanas, pero posteriormente se desinfló.
El once tipo de esa 69-70 era el compuesto por Molina en el arco; Ponce, Rodri y Verdugo en defensa; Jaén y Torres en el centro del campo y Álvarez, Juanín, Carrascosa, Diego y Jara en ataque.
Luis Costa fue traspasado al Mallorca en octubre y Rafael Jaén lo fue al Granada. Antes de que comenzara el campeonato el mítico Simonet anunció su marcha y después de la misma lo hizo otro histórico como Juanín.
En el capítulo de anécdotas, sobresale la el futbolista llamado Antonio Medina o Antonio Media, según las versiones. Se trataba de un futbolista paraguayo nacido en la ciudad de Limpio. Trataron de convertirle en oriundo para burlar la nueva normativa de la federación contra la masiva llegada de jugadores extranjeros, pero no coló y nunca pudo debutar de blanquiverde el tal Medina-Media.
También se registró durante esa temporada hasta un motín a bordo. El día 15 de octubre, al no estar al corriente de los pagos, conminaron a la junta directiva a regularizar su situación y advirtieron que no entrenarían si no venían satisfechas sus reclamaciones en 24 horas. Al final, después de un mes de mucho tira y afloja por ambas partes el asunto se saldó con una pequeña multa a los futbolistas que fue destinada al fútbol modesto y una comida de confraternización. Naturalmente, esta comida fue un perol.
Otra anécdota fue que tras el partido de la jornada quinta (Sporting 4- Córdoba 2) el todavía presidente Rafael Morón solicitó que el colegiado guipuzcoano Señor Barragán pasara una prueba de alcoholemia. Al final no se hizo. En copa, por cierto, el Córdoba eliminó en primera ronda al Racing (2-0 en la ida en El Arcángel y luego derrota 1-0 en El Sardinero) para caer en la siguiente ante el Atlético de Madrid (vencieron los colchoneros 0-2 en la ida y 2-1 en la vuelta en El Calderón).
1970-1980 del último ascenso a la élite a la lenta decadencia
En la temporada 70-71 el Córdoba le regaló a esta ciudad su última alegría de oro. Esa campaña fue la última vez que el conjunto blanquiverde ascendió a Primera. El presidente de aquella gesta fue el gran Rafael Campanero, que confeccionó una plantilla muy joven, de canteranos con muchísima hambre de gloria. El presupuesto era uno de los cuatro más bajos de la categoría pero según cuentan quienes vieron jugar a ese equipo sus futbolistas estaban extraordinariamente bien preparados físicamente por el equipo de la Universidad Laboral, capitaneado por el recién llegado José Luis Fernández.
El técnico del equipo era un clásico como Juncosa, quien se apoyó en el regreso de otro no menos experimentado como Mingorance. El zaguero aportó aplomo en los momentos más difíciles.
El once base de aquella 70-71 era el formado por Molina en la portería; López Prieto, Mingorance y Verdugo en defensa; Rodri y Torres en el centro del campo con Rojas, Rivera, Cruz Carrascosa, Manolín Cuesta y Totó en ataque.
El Córdoba se aprovechó para subir de la ampliación programada para la máxima categoría. Se aseguró quedar entre los cuatro primeros después de derrotar en la penúltima jornada al Hércules 2-1. Marcaron en ese encuentro Rivera y Manolín Cuesta quien, por cierto, acabó como máximo anotador de la categoría con 18 tantos.
Esa temporada tanto Cuesta como Verdugo, Crispi y Varo fueron llamados por el seleccionador olímpico Santamaría para varios compromisos internacionales. También lo fue el carismático masajista Litri.
Como anécdota, siguió coleando el caso del paraguayo Andrés Medina (o Media, según las fuentes). Al final el futbolista fue considerado español, pero como el córdoba ya tenía cubiertas sus fichas acabó cedido en el Valdepeñas. En esa campaña le sonrió tanto la fortuna a los de El Arcángel que ganaron 110.000 pesetas en la lotería.
Durante la celebración del ascenso se hizo popular entre los seguidores una letrilla: «empezó la liga, pidió el biberón y a los nueve meses, en Primera división». Los festejos, por cierto, estuvieron a la altura del logro. Hubo fuegos artificiales, recibimiento de una ciudad volcada con sus jugadores (unas 10.000 personas colapsaron La Victoria). Así, el 13 de junio Rafael Campanero dijo unas palabras que quedarán para la historia: «la ciudad no debe permanecer indiferente si es que de verdad desea fútbol de Primera división». Tristemente, aquello fue el canto del cisne del Córdoba Club de Fútbol.
En Copa del Rey el paso del conjunto blanquiverde fue efímero. En la primera ronda que disputó cayó eliminado por el débil Calella, de Tercera, (1-0 en la ida en El Arcángel que fue remontado por un 2-0 a domicilio).
Llegamos a la 71-72. La última en la historia del Córdoba en Primera hasta el momento. No se puede decir que muriera sin honor aquella última hornada de gladiadores de oro. Bajaron de forma matemática a falta de dos jornadas para el final luego de perder 4-2 en Valencia. En la jornada siguiente, ya descendidos, le quitaron la liga al Barça gracias a un gol de Fermín tras un penalti cometido sobre Manolín Cuesta. Por cierto, el último encuentro del Córdoba en la élite fue en Granada, un 14 de mayo del 72. Perdieron 1-0.
En el banquillo se sentó el brasileño Vavá y en el palco siguió Rafael Campanero por aclamación popular (él había amagado con renunciar a su cargo).
El once tipo de esa 71-72 era el compuesto por Molina en el arco; López, Rodri y Cepas en defensa; Tejada y Alarcón en el centro del campo y Escalante, Fermín, Cruz Carrascosa, Manolín Cuesta y Rojas en ataque.
No era titular en esa plantilla, pero sí dispuso de muchos minutos cedido por el Real Madrid Vicente del Bosque, quien 30 años después conduciría a España al mayor éxito deportivo de su historia ganando un mundial.
Se planteó por la directiva como objetivo llegar a los 12.000 socios, pero apenas se lograron mil más que en la precedente, con lo que apenas 6.000 cordobesistas se abonaron en esa última campaña de Primera.
Cuando visitó el Real Madrid El Arcángel el 26 de septiembre del 71, los compañeros de Juan Verdugo le cedieron la capitanía al otrora futbolista blanquiverde. Por cierto, en ese encuentro se mostraron por vez primeras tarjetas. La blanca era equivalente a la actual amarilla y el primero en verla fue el capitán blanquiverde Torres.
En esa última campaña entre los grandes los blanquiverdes estrenaron autocar. Un vehículo que duró un par de décadas en uso y que fue comprado por subscripción popular para acomodo de los futbolistas. Costó 2.150.000 pesetas.
En Copa, por cierto, el córdoba duró un telediario. Empató a cero en la primera eliminatoria que disputó -la cuarta- en la ida ante el Valladolid y cayó 1-0 en Pucela.
La 72-73 suponía el retorno a la categoría de Plata. Una vuelta que no sentó demasiado bien a la institución blanquiverde. El objetivo estaba claro: ascender cuanto antes, pero los mimbres no respondieron como se esperaba y el equipo se mantuvo durante toda la campaña en el puesto trece. Un lugar que condenaba -teniendo en cuenta que ese año cuatro descendían y otros cuatro promocionaban- a jugarse su puesto en segunda en una doble eliminatoria. Afortunadamente, el encuentro de ida en El Arcángel ante el Girona del 10 de junio del 73 fue una fiesta y el hat-trick de Manolín Cuesta dejó el partido de vuelta en el Ampurdán en una anécdota (perdieron los cordobesistas 3-2).
El técnico brasileño Vavá acabó siendo despedido por los resultados y su lugar lo ocupó el zamorano Joseíto.
El once habitual de esa temporada fue el compuesto por Molina en la portería; López, Piñel, Rodri y Cepas en defensa; Escalante, Tejada y Alarcón en el centro del campo y Manolín Cuesta, Cruz Carrascosa y Jiménez en ataque. La presidencia la seguía ostentando Rafael Campanero.
Dentro de las anécdotas de esa campaña, destaca que el Córdoba recusó (entonces se podía) a seis árbitros para que no le pitaran partidos: Campillo, Congregado, López Montenegro, Peiró, Sánchez Arminio y Serrano Belenguer.
También ese año el Ayuntamiento le cedió altruistamente los terrenos anexos al estadio para que pudiera construir otros campos de fútbol.
La fortuna visitó a los directos del Córdoba, que en agosto de ese 72 compraron unos décimos de lotería que les reportaron 60.000 pesetas del ala.
El fichaje extraño de la temporada fue el de otro paraguayo, Hugo, que pedía primero millón ochocientas mil pesetas y cuando vio que se iba a quedar sin equipo aceptó doscientas mil. Una vez que se hicieron los papeleos el tal Hugo fue a las oficinas del club a rogar que le dejaran volver a su tierra porque no tenía hambre ni podía dormir.
Otra más. Para atraer aficionados al campo se sorteaban invitaciones para acudir con el equipo al partido de la semana siguiente a domicilio. El primer agraciado fue Juan Ranchal Luna, que era el socio 407.
En la todavía Copa del Generalísimo el Córdoba duró bien poco, porque en su eliminatoria ante el Ourense fue goleado en tierras gallegas 3-0, por lo que de nada sirvió el 3-1 de la vuelta en Córdoba (el único partido que, por cierto, dirigió Gonzalo Uceda, que fue técnico de transición).
Así llegamos a la 73-74. y a otra decepción. La plantilla estaba hecha una vez más para ocupar puestos altos, con fichajes como el gran Onega y Dominichi más los ya contrastados Molina o Manolín Cuesta. Pero la inestabilidad en el banquillo se notó. Fueron entrenadores esa campaña García verdugo, Ángel Moreno, el propio Vavá y Gonzalo Uceda.
Tal fue el desajuste que, al repetir en la decimotercera plaza, tuvieron que disputar promoción y esta vez no fue tan sencillo mantenerse. En la ida los goles de Cruz Carrascosa, Manolín Cuesta y Escalante parecían suficientes para viajar a Almería con garantías sobradas tras el 3-1 final. Pero el rival llegó a ponerse 3-0 en su feudo y durante siete angustiosos minutos el Córdoba estuvo virtualmente en Tercera. Afortunadamente marcaron Manolín Cuesta y Cruz Carrascosa de nuevo y salvaron la papeleta.
El once base de esa temporada era el formado por Molina en la portería; Manolo, Dominichi, Aguilera y Salas en defensa; Escalante, Onega y Alarcón en el centro del campo y Martínez, Manolín Cuesta y Cruz Carrascosa en ataque.
Sin duda, la mejor noticia del año fue el fichaje del gran Daniel Onega, procedente de River Plate y uno de los mejores futbolistas que ha vestido la blanquiverde. El fantasma, tal era su apodo, llegó a ser máximo goleador de la Libertadores en el 66 y fue internacional con la selección argentina.
Pero por lo que más destacó esa triste 73-74 fue por lo convulso de los banquillos. A García Verdugo lo echaron porque al parecer en Valladolid, luego de perder 3-1, cargó contra varios directivos.
Esa campaña se produjo la despedida de Manolín Cuesta, que fichó por el Español a cambio de nueve millones de pesetas. Se iría una vez que el córdoba no tuviera nada en liza. Curiosamente, la afición le tributó una gran ovación antes del partido ante el Cádiz de la jornada 36, que le podía haber dado la salvación matemática a los blanquiverdes… pero, como suele pasar en estos caso, el córdoba palmó 0-2 y cuesta tuvo que seguir jugando hasta la final promoción. También Cruz Carrascosa se marcharía al final de la temporada por tres millones de pesetas al Salamanca.
Unos se iban y otro llegó. El gran doctor Manuel Guillén del Castillo, que todavía colabora con el club, se incorporaba al córdoba como preparador físico.
Una anécdota más. Molina, que estaba haciendo la mili, jugó varios partidos con el seudónimo Josele para que no le pillaran sus superiores, que no le querían dar tantos permisos.
En Copa, para terminar, esa temporada el Córdoba eliminó al Ceuta en la tercera eliminatoria (4-2, 1-1) para caer ignominiosamente ante el Tenerife, toda vez que los insulares remontaron con un 4-0 el 3-0 de la ida en el arcángel.
La 74-75 se puede considerar como una campaña muy positiva. Seguían los blanquiverdes en Segunda, pero este año se quedaron muy cerca de recuperar su puesto en primera. Los blanquiverdes fueron entrenados por Vavá y presididos primero por Campanero, luego por José Torronteras y por último por Ricardo Mifsut.
El equipo base de esa 74-75 era el formado por Molina en la portería; Poyoyo, Marín, Varo y Salas en defensa; Urbano, Dominichi y Ónega en el centro del campo y Martínez, Burguete y Rivero en ataque.
Una magnífica primera vuelta aupó al equipo al liderato varias veces, incluso llegó primero al ecuador del campeonato. Sin embargo, un partido clave en marzo ante el Cádiz (1-2) fue el primer detonante de una descomposición interna. En ese choque se señaló directamente al árbitro Cabeza Canela, adscrito al colegio madrileño pero -para colmo- natural de Córdoba. Sobre él dijo la crónica del diario córdoba de aquel choque: «todo lo que se diga es poco. Cabeza Candela vino a cargarse al córdoba y lo consiguió, ¿por encargo de quién? esto es lo que habría que averiguar»
Otro serio disgusto llegó con la fuerte sanción de cuatro partidos al delantero Burguete, en un duelo ante el Rayo. Castigo que irritó tanto a la directiva -sobre todo porque entendían que había un agravio comparativo ante una acción similar realizada por el sevillista Biri- que provocó que Campanero presentara su dimisión.
Ese año -el veinte de octubre, concretamente- Urbano logró ante el Sevilla el gol número mil del Córdoba. Precisamente el Sevilla fue uno de los grandes rivales por el ascenso. Tanto que Vavá, técnico cordobesista, incluso recibió la amenaza de que secuestrarían a su mujer y su hija si no presentaba determinada alineación en el Sánchez Pizjuán. Fue el 28 de febrero y todo quedó en una anécdota de pésimo gusto, claro, y el Córdoba ganó 1-2 aquel choque.
Al final de la temporada, el cuarto puesto -por detrás de Oviedo, Racing y Sevilla- supo a poco. Como a quedarse con la miel en los labios. Fue la vez que más cerca ha estado el Córdoba de retornar a primera.
Al acabar ese año, Dominichi fue traspasado al Elche por dos millones de pesetas y fue fichado el portero hispano-brasileño Álex, que luego se tuvo que ir al no ser demostrada su doble nacionalidad.
En copa del rey el paso fue efímero. En la cuarta eliminatoria el Hércules remontó el 1-0 de la ida en El Arcángel ganando 3-1 y se acabó el sueño.
Llegamos a la 75-56. La plantilla de esa temporada estaba hecha una vez más para ocupar puestos altos, pero desde un principio se notó que el cuento de la lechera iba a durar bien poco. El presidente Mifsut dijo: «nuestro fundamental anhelo lo ciframos en el ascenso a primera» y lo cierto es que el ambiente invitaba a soñar con ello, teniendo en cuenta que casi se llegaron a los 10.000 abonados.
El once base lo formaban Molina en la portería; Poyoyo, Varo, Balbuena y Salas en defensa; Urbano, Corcuera y Ónega en el centro del campo y Gallego, Burguete y Rivero en ataque. A este grupo lo entrenó Vavá hasta que, una vez más, le sustituyó Uceda y a éste le suplió para acabar el año el mítico Eizaguirre.
Acabaron la liga octavos, pero hasta la antepenúltima jornada no pudieron certificar de forma matemática su continuidad en la categoría de plata.
Ese año también fue el de las despedidas. Se fue Pepe Escalante al Betis por dos millones de pesetas y Martínez al Sevilla por trece. A cambio llegó Corcuera por dos millones cuatrocientas mil pesetas abonadas a la Real Sociedad.
Se disputó el primer trofeo ciudad de córdoba con un gran cartel: Vitoria de Setúbal y Boca Juniors acompañaron a los blanquiverdes, quienes se alzaron con la copa al vencer a los argentinos 4-2 y empatar a cero con los lusos.
Esa 75-76 quien de verdad estuvo bien fue el equipo juvenil, que llegó a cuartos de final de la Copa de España tras eliminar incluso al Atlético de Madrid. Sorprendentemente, fueron eliminados en esa ronda por el Murcia.
A vueltas con los oriundos, ese año se vivió el culebrón de Juárez. Un paraguayo que según decía no quería hacer el servicio militar dos veces -decía que lo había hecho ya en su país- y que, por eso, no obtuvo los papeles necesarios para jugar en España.
También ese año se ve que el zaguero Manolo quiso gastarle una broma en Tenerife a un compañero de concentración desarreglándole la habitación del hotel de concentración. Tanto se la desarreglaría que el director del establecimiento «Las Brujas» enfureció y exigió el dinero de la reparación al club. El córdoba pagó en primera instancia, pero luego fue Manolo quien se tuvo que rascar el bolsillo y fue amonestado levemente (al menos ganaron 0-3 en Santa Cruz).
Menos condescendiente estuvo la afición al acabar el último partido de la temporada en casa ante el Castellón. El 2-4 y el hecho de que Ónega tuviera que terminar de portero al haber sido expulsado Molina acabaron de irritar a una parroquia cordobesista que despidió a los suyos lanzando almohadillas al campo.
En Copa la aventura también fue este año breve. En la tercera eliminatoria empataron a cero en la ida en Melilla y luego a tres en casa, como no valían doble los goles en campo ajeno, llegaron a la prórroga y luego a los penaltis, en los que estuvieron más atinados los norteafricanos.
La 76-77 fue otra campaña decepcionante. Se acababa de crear la Segunda b y, por eso, apenas descendían cuatro equipos directamente de Segunda -en las campañas anteriores hasta ocho debían disputar una promoción-. Esta circunstancia unida al relativo cercano recuerdo de la élite hizo que el objetivo marcado por la directiva de Mifsut fuese el ascenso. La gran rémora de esa temporada estuvo en los desplazamientos, en los que los blanquiverdes no consiguieron ni una sola victoria.
El equipo base de esa 76-77 era el formado por Molina en la portería; Pablo, Marín, Varo y Salas en defensa; Corcuera, Urbano y Ónega en el centro del campo con Calero, Burguete y Lezcano arriba.
Supuso este ejercicio el último como cordobesistas de dos jugadores que marcaron época: el arquero molina y el centrocampista Ónega dejaban el club y muchos buenos recuerdos a los seguidores de El Arcángel.
El técnico de aquella temporada fue Ignacio Eizaguirre, aunque en abril dimitió y su puesto lo tuvo que ocupar el secretario técnico Lasa.
Mal estuvo planificada esa 76-77 desde el comienzo, toda vez que para la presentación el 20 de julio del 76 aún no se había cerrado ningún fichaje. A pesar de ello Mifsut dijo que mantenían «intactas» sus aspiraciones. No matizó a qué aspiraban, eso sí.
El goleador Mariano Mansilla se iba cedido esa temporada al Real Unión de Irún, donde cumpliría su servicio militar. Como anécdotas de la temporada, la plaga de lesiones -hasta 10- que provocó la suspensión del partido de copa ante el Xerez el 2 de febrero; que las uvas las tomaron los jugadores aquel año durante su viaje en tren a Pontevedra y que el duelo ante el Oviedo del 15 de abril fue declarado día de ayuda «moral» al club. Dicha ayuda consistió en la visita del ex presidente Rafael Campanero y del torero Manuel Benítez «El Cordobés» al vestuario antes de empezar el choque. Ni por esas. 0-0 quedaron y un aficionado saltó al campo para agredir al árbitro por un penalti no pitado.
En liga quedaron al final decimoquintos y en Copa eliminaron al Xerez y al Calvo Sotelo para sucumbir ante el Celta. De haber eliminado a los vigueses se hubiesen medido al Barcelona. Por cierto, en esa competición, en Puertollano, otro aficionado saltó al campo para pegar al árbitro. Éste portaba un gallo en sus brazos.
La 77-78 fue peor. El Córdoba acabó bajando a la recién creada Segunda B por vez primera en su historia. Los jugadores se pelearon con la directiva, que estaba en plena descomposición, y ésta la tomó con el futbolista Rivero. Se acabó la temporada con 26 millones de déficit y sin un banco que pudiera avalar a la institución.
Por segunda campaña consecutiva, el equipo fue incapaz de sumar un triunfo a domicilio, con la salvedad de que esta vez apenas lograron ocho victorias como locales.
El once base lo formaban Vallespir en la portería; Estella, Varo, Marín y Cobo en defensa; Carlos, Perico Campos y Delgado en el centro del campo con Calero, Mansilla y Martín Roales en ataque.
El presidente Mifsut no terminó la temporada, siendo suplido por Joaquín Bernier, que era el hombre de confianza del odontólogo José María Romeo Moya.
Tampoco terminó el entrenador que empezó la campaña, Juan María Lasa. Su puesto sería ocupado por Ben Barek en octubre, pero el marroquí no fue capaz de sacar al equipo de la zona de castigo. Por cierto, a Ben Barek ese año el entonces Rey de Marruecos Hassán II -que era su amigo personal y le llamaba hermano- le ofreció preparar a la selección alauita para el mundial del 82, pero Ben Barek rechazó el cargo (aunque lo aceptaría años después).
El descenso tuvo lugar el 14 de mayo, en la última jornada en La Coruña, donde perdieron 6-1. El amateur -filial entonces- por el contrario ascendió por esas mismas fechas a tercera con los Claus, de la Cruz o Pedrito… lástima que la directiva tuviera que renunciar a la plaza por falta de presupuesto.
Fue la primera temporada con vallas en El Arcángel, obedeciendo a la nueva reglamentación vigente. Eran más un obstáculo para la visión que un garante de la seguridad, en honor a la verdad. Esa 77-78 fue tan negra que unos ladrones asaltaron El Arcángel y le robaron una buena cantidad de dinero de la época a jugadores y cuerpo técnico.
En Copa, al menos, pasaron tres rondas. Eliminaron sucesivamente a Compostela, Bilbao Athletic y Rayo Cantabria antes de sucumbir ante el Cádiz.
La 78-79 supuso el estreno en segunda b, una categoría tristemente familiar durante demasiados años. Lo pasaron mal los rectores blanquiverdes más en lo económico que en lo deportivo, hasta el punto de que se tuvieron que hacer varias colectas para conseguir la supervivencia de una entidad que apenas contaba con menos de tres mil abonados.
Hasta la última jornada de liga estuvo el equipo luchando por la permanencia, y ésta se tuvo que lograr con un empate ante el modesto Ibiza, rival de aquella tarde de verano. Al menos, con la victoria en Xátiva 1-2 rompió aquella plantilla una racha de más de tres años sin ganar como visitante.
El equipo base de esa 78-79 era el formado por Luna en la portería, Rafaelín, Rivas, Delgado y Carbó en defensa; Alors, Álvarez y Escalante en el centro del campo y Carlos, Burguete y Cuesta como atacantes.
El presidente fue José María Romeo Moya y el técnico que comenzó la temporada fue Ramón Miralles, suplido en enero por Manuel Guillén del Castillo, que formó un tándem con Rodri, que llevaba al juvenil.
Tal era la situación del equipo, que el 20 de agosto el presidente Romeo lanzó un angustioso mensaje de auxilio: «el córdoba podría tener los días contados». La ciudad respondió con 100 nuevos socios que se apuntaron durante un plazo extraordinario para nuevos abonados.
El 1de marzo se llevó a cabo la huelga con la que amenazaba la Afe y se tuvo que suspender el partido ante el Lleida. Ese año, como anécdota, se creó el bingo del córdoba, de vida efímera. se instaló en el hotel brillante y duró apenas 6 meses por el escaso tirón. Otra anécdota fue que un fiel seguidor llamado Rafael García Gil quiso ayudar a su equipo con lo que fuera y, como no tenía dinero, se ofreció a pintar la sede social del club.
El córdoba acabó decimoséptimo a un único punto del descenso a Tercera. En Copa eliminó al Valdepeñas y al Granada antes de caer ante el Sevilla en los dos encuentros (1-2 y 5-2).
La 79-80 estuvo marcada por la nueva normativa que obligaba a alinear a dos futbolistas menores de veinte años en segunda, Segunda b y Tercera. Dentro de lo que cabe, la buena cantera cordobesista respondió bien y los jóvenes habituales López Colodrero y Doblas cumplieron a la perfección.
Se entiende así el séptimo puesto final en la tabla, sin sufrir los apuros clasificatorios de la anterior. También se notó la firme mano del nuevo técnico José María Negrillo, quien fuera mano derecha de míster látigo -Mark Merkel- en el Sevilla.
El once base lo formaban González como portero, Monzón, de la Cruz, Rivas y Álvarez en defensa; Doblas, Delgado y Escalante en el centro del campo y López, Lucas y García en ataque.
El presidente del equipo seguía siendo José María Romeo, pero quien no siguió fue Litri, el mítico masajista, que se fue con billete de ida y vuelta al levante junto a Martínez, Varo, Jaén y Paco Rojas.
El técnico Negrillo se dedicaba antes de los entrenamientos a obligar a los jugadores a cortar los jaramagos de las gradas. Precisamente Negrillo contó que el terreno de juego de El Arcángel era «el peor de segunda b». Era duro pero era justo. Hasta se multó él mismo después de una derrota en Elda.
Esa temporada fue la que supuso el final de los partidos televisados los domingos. Se pasaron a los sábados.
Una vez más los ladrones asaltaron El Arcángel. Su botín no estuvo nada mal. 150.000 pesetas que se habían dejado allí para ciertos pagos perentorios.
Por cierto, los dos últimos partidos de la temporada los jugó el Córdoba como local en el Benito Villamarín y en el Sánchez Pizjuan al estar clausurado El Arcángel tras recibir una pedrada el colegiado que pitó el partido ante el Eldense.
En Copa, tras eliminar al Granada, el Sevilla remontó gracias a un penalti el 2-1 de la ida en Córdoba con un 2-0.
1980-1983 últimas temporadas en Segunda antes del hundimiento a Tercera
En la 80-81 el Córdoba logró regresar una vez más a la división de Plata. Lo hizo de una forma brillante siendo segundo en su grupo por detrás del poderoso Mallorca. El once base de aquella campaña era el formado por Luna; Monzón, Campos, Gallego, de la Cruz; Álvarez, Pérez, Manolín Cuesta; López, Robles y Munárriz. El técnico era el conocido Cayetano Re.
La gesta se concretó el 3 de mayo de 1981 en Ibiza, merced a un empate a uno (gol de Robles). En copa del rey, la trayectoria fue menos brillante, toda vez que quedó eliminado el conjunto blanquiverde en primera ronda por el San Fernando, que igualó el 2-1 de la ida y fue más certero desde el punto de penalti.
La 81-82 resultó caótica institucionalmente. Hasta cuatro técnicos se sentaron en el banquillo de El Arcángel (Cayetano Re, Escalante, Pachín -que no llegó a sentarse en el banquillo al padecer una depresión- y Rajkov). Sin embargo, el balance no fue malo toda vez que los blanquiverdes salvaron la categoría cuando aún restaban tres partidos para el final, quedando en un cómodo decimotercer lugar. En Copa tras eliminar al vecino Pozoblanco, el Málaga fue su verdugo en segunda ronda (0-0, 4-1).
El once base de aquella campaña era el formado por Luna; López II, Campos, de la Cruz, Vinuesa; Monzón, Álvarez, Cuesta; López II, Charles y Munárriz.
Para olvidar resultó la siguiente temporada 82-83. El Córdoba fue colista durante casi toda la liga en Segunda y, por eso, acabó sucumbiendo al pozo de la Segunda División B. La división de Plata quedó en el olvido durante dieciséis largos años.
Los entrenadores de esa campaña fueron Rajkov y Uceda. El descenso se consumó luego de un 4-0 en Palencia el 17 de abril de 1983. Esa temporada el portero juvenil Borja sufrió dos palos tremendos: primero el gol de saque de puerta de su colega del Mallorca Reus que dio la vuelta a España y luego el 7-0 de Elche, goleada que todavía no ha sido empeorada en la historia del club. Otro portero, Luna Toledano, protagonizó un ejemplo de casta y amor propio al jugar media parte ante el Xerez con una clavícula rota.
El once base era el formado por Luna; Vinuesa, Monzón, Campos, Juan Carlos; Urbano, Varela, López; Marcelo, Charles y Robles.
1983-1999 La travesía en el desierto: entre Tercera y Segunda B
En la 83-84 el Córdoba vive el peor momento de su historia cuando termina decimonoveno en su grupo de Segunda B con ocho victorias y muy descolgado, bajando a Tercera por primera y última vez. Duró poco la pesadilla. En la 84-85 acabó subcampeón de su grupo y en la Promoción de ascenso eliminó al C.D. Mestalla: derrota por 1-0 en Valencia y victoria 2-0 en casa; y en la Final al C.D. Valdepeñas: 4-1 en casa y 0-1 en la ciudad manchega. La ciudad se echó a la calle para festejar ese logro.
Con este ascenso empieza un ciclo de catorce temporadas consecutivas en Segunda División B, convirtiéndose en un clásico en la de Bronce. Varias son las oportunidades que se le presentan al club blanquiverde de ascender a Segunda División durante estos años, gestándose proyectos ambiciosos sin resultado.
En la temporada 90/91 fue tercero en Liga, pero en la liguilla por el ascenso quedó último sumando únicamente dos empates. Fue superado por el Racing de Santander, el Cartagena y el Getafe.
En 1993 se afrontó la construcción de un nuevo estadio, el «Nuevo Arcángel», dotado de pistas de atletismo y capacidad para 15.000 espectadores, el cual fue inaugurado el 7 de noviembre con un partido de Liga contra el Recreativo de Huelva. La larga distancia que separa las gradas del terreno de juego, falta de visibilidad y cierta capacidad, harán que desde 2002 y ante las quejas recibidas por los aficionados, se inicie una gran y radical remodelación para acercar las gradas, además de aumentar la capacidad del recinto en su aforo a 25.100 espectadores. Toda esta etapa está marcada por el mecenazgo de los empresarios Rafael Gómez, José Romero y Ángel Marín.
En la campaña 94-95 el Córdoba termina primero del grupo IV de Segunda B, pero en la Promoción se queda a un punto del Sestao (también jugaron en esa liguilla el Castellón y el C.D. Mensajero).
Un año después (95-96) el Córdoba acaba cuarto, pero la tercera oportunidad también la desperdicia, ahora superado por el Levante (clave resultó el 0-1 en Córdoba en el que fue muy protestada la labor del árbitro Fidel Valle-Gil, que degeneró incluso en una manifestación popular y una denuncia pública de soborno por parte del entonces presidente Rafael Gómez). Detrás quedaron el Avilés Industrial y el Racing de Ferrol.
En la campaña 96/97 se conquistó un nuevo título de Liga de Segunda B, pero en la Liguilla se produjo una nueva decepción al ser superado por el Elche por diferencia de goles en la liguilla por el ascenso. En el Martínez Valero precisamente, la afición blanquiverde protagonizó el mayor desplazamiento de la historia de la categoría (15.000 seguidores cordobesistas se dieron cita en el estadio ilicitano). Le acompañaron en esta ocasión el Deportivo «B» y el Barakaldo, siendo los gallegos quienes con un doloroso 1-4 (conocido todavía como el «deportivazo») dejaron casi imposible el logro para la última jornada.
El ansiado ascenso a Segunda División A llegó cuando menos parecía posible. Después de una temporada complicada -con encierro de jugadores incluido- el final de la 98-99 resultó glorioso. Tras ser tercero en su grupo (se clasificó para el play-off después de un choque ante el Plasencia) el Córdoba de Pepe Escalante (el presidente era Manuel Oviedo) superó de una manera épica al Cartagena en la liguilla por el ascenso. Ambos conjuntos llegaron a las dos últimas jornadas jugándose todas las opciones, toda vez que Racing de Ferrol y Cultural Leonesa ya se habían quedado sin opciones. A los departamentales les bastaba sumar un punto, pero el 2-0 de El Arcángel y después el inolvidable 1-2 de Cartagonova (goles de falta de Óscar Ventaja y Ramos) hicieron que Córdoba disfrutara en Las Tendillas el 30 de junio de 1999 con un entusiasmo inédito.
2000-2005 Problemas que condujeron al último descenso
El regreso a la Segunda División A fue vivido con gran entusiasmo por parte de la afición cordobesista, deseosa de ver jugar a su equipo en esta categoría casi veinte años después. El 2 de julio de 2000 se logra la transformación de la entidad en Sociedad Anónima Deportiva y en aquella época se llega a superar la cifra de los 10.000 abonados. Los dos primeros años tras el retorno fueron bastante positivos, logrando en la 99-00 una holgada salvación (12º) y en la 00-01 incluso llegando a ocupar el liderato de la categoría durante varias jornadas -imposible de olvidar aquel choque en el Calderón al que el Córdoba llegó en lo más alto de la clasificación y contó con el apoyo de casi 5.000 personas-. Sin embargo, a pesar de su buen rendimiento, Pepe Escalante fue despedido y durante los siguientes años no encontró el club blanquiverde un técnico que sacara partido de las inversiones realizadas.
En la 2001-2002 Ortuondo, que ascendió al equipo a Segunda B en 1985, fracasó con un proyecto de cantera y su sucesor, Pepe Murcia logró llevar al equipo a cuartos de final de Copa del Rey (fue eliminado por el Figueres 0-2, 0-0). Sin embargo, finalmente ocupó la decimocuarta plaza en Liga.
Un año más tarde la historia dio el primer aviso al Córdoba y tras otra errática campaña el equipo finalmente entrenado por Castro Santos tuvo que evitar el descenso en la última campaña ante el Getafe en el Coliseum empatando a uno (marcó Montenegro).
Aún más apurada fue la salvación en la 2003-2004. Un gol de Nico Olivera en Leganés libró al Córdoba de bajar condenando, de paso, a los propietarios del terreno de juego de Butarque.
La suerte se acabó el 12 de junio de 2005. El 3-4 ante el Valladolid provocó el descenso a Segunda B, a pesar del denodado esfuerzo del grupo capitaneado por los denominados «Héroes Blanquiverdes» -futbolistas que creyeron durante la segunda vuelta en la salvación a pesar de estar el conjunto casi sentenciado- entre los que se encontraban jugadores tan queridos como Pablo Villa, Alessandro Pierini o Cristian Álvarez.
2005-2011 del ascenso de Huesca al Play off para subir a Primera ante el Valladolid
En 2005 el Córdoba se encuentra de nuevo en el pozo de Segunda B. A pesar de grandes fichajes (entre los que destaca el del internacional absoluto y ex milanista Javi Moreno) el conjunto blanquiverde -entrenado primero por Quique Hernández y luego por Pepe Escalante- termina sexto en Liga y no accede a disputar la Promoción, objetivo que sí alcanza en la siguiente campaña 06-07, en la que es cuarto también bajo la batuta de Pepe Escalante.
En la fase de ascenso tiene como primer rival al gran favorito, el Pontevedra. Sin embargo, en un Arcángel abarrotado y en un partido intensísimo, consigue mantener un 0-0 que le será útil en la vuelta. En Pasarón, dos goles de Asen permiten un épico 2-2 que resultó suficiente para pasar a la ronda final. El gran trato dispensado por la afición pontevedresa a los casi mil desplazados desde Córdoba jamás será olvidado. En la eliminatoria final el enemigo era el Huesca, pero el 2-0 de la Huesca ante 20.000 personas en El Arcángel (goles de Pierini y Guzmán) dejó muy decantada una eliminatoria que se cerró el 24 de junio de 2007 en El Alcoraz. Dani marcó de penalti el 1-1 que volvió a llevar la euforia a la ciudad. Una vez más, el presidente que condujo la nave al éxito fue Rafael Campanero.
En el año del retorno a Segunda el Córdoba fue dirigido por Paco Jémez y a sus órdenes el equipo desarrolló un juego muy vistoso que no se vio recompensado por la suerte (especialmente en los minutos finales de los partidos). José González sustituyó al técnico cordobés y logró salvar al equipo en un final de temporada de infarto. El Córdoba terminó su partido en San Sebastián ante la Real 1-1 y dependía de que el Cádiz no marcara en Alicante ante el Hércules para salvarse. Los amarillos dispusieron entonces de un penalti en el tiempo de descuento que, sin embargo, Abraham Paz envío al palo.
La 2008-2009 resultó algo más tranquila, quedando el equipo en la decimotercera plaza (fue entrenado aquel Córdoba por José González primero y Luna Eslava después). En 2009 llegó a la presidencia del club José Miguel Salinas y de su mano lo hizo Lucas Alcaraz. En la 2009-2010 el técnico granadino consiguió salvar al equipo, logrando la mejor clasificación desde 1976 (décimo). En la 2010-2011, la temporada del adiós de Alcaraz, el Córdoba terminó 16º.
Desde mayo de 2011 preside la entidad el empresario madrileño Carlos González, quien confió de inicio su proyecto deportivo a Paco Jémez como entrenador y a Juan Luna Eslava como Secretario Técnico. La 2011-2012 resultó todo un éxito. Practicando un fútbol muy vistoso y con un elenco de jugadores que atravesaban un gran momento (Alberto García, López Garai, Borja García, López Silva, Charles…) el conjunto blanquiverde consiguió un meritorio sexto puesto tras un empate a cero en Vigo que le permitió disputar los play-off de ascenso a Primera. La eliminatoria ante el Real Valladolid se saldó con un 0-0 en la ida en El Arcángel y un 3-0 en contra en el José Zorrilla, que no empañó ni un ápice el brillante recuerdo de la mejor campaña de las últimas décadas para esta entidad.